Tiempo faltó para nublarse nada más llegar, así que tocó reunión y decidir qué hacer, si subir o bajar. Por suerte para nosotros, la niebla fue pasajera y más tarde todo se despejaría. El mal tiempo motivó que algunos de nosotros decidiéramos decantarnos por subir por la vía normal a diferencia de los más valientes que se adentraron en los corredores pensando que en ellos encontrarían unas buenas condiciones, sorprendiéndose al comprobar que el hielo era escaso e incluso por algunas zonas inexistente.
Un trepadero más que concurrido nos colocó en lo alto de la aguja de Le Tour pudiendo disfrutar de unas inmensas vistas a nuestro alrededor, contemplando la grandeza de los Alpes. Y así, unos antes y otros después nos colocamos en la cima haciéndonos la típica foto de familia.
Un descenso divertido y bastante caluroso puso punto y final a la jornada aventurera. Después, a reponer fuerzas y a pensar en el siguiente objetivo.
Y el siguiente objetivo nos puso en pie otra vez aún más temprano que el día anterior, atravesando el glaciar con la luz de los frontales para poder ver la Aiguille du Chardonnet con los primeros rayos, que no fueron los del sol, sino los de la tormenta que se aproximaba hasta nuestro punto. Los rayos, las nubes y el inmenso viento nos obligaron a reunirnos otra vez a pie de base de la Chardonnet para decir que hacer.
La cordada formada por Koka, Fran, Juanjo y Javi fue la que tiro para arriba con el fin de encontrar que les deparaba la aguja unos metros más arriba, aún sabiendo que podrían bajarse de un momento a otro por culpa de unas nubes que se les acercaban. Y no fueron éstas precisamente, sino el viento que soplaba en el corredor el que les obligó a dar media vuelta cerca del final del camino. Con las manos heladas montaron un rappel y bajaron.
El resto del equipo nos fuimos, a hacer algo de actividad y poder aprovechar el día, siguiendo unas huellas de unos despistados madrileños que queriendo subir a Le Tour se encontraban en el extremo opuesto del glaciar dirección Chardonnet. Unas risas, un poco de orientación y luego cada uno por su camino. Nos dirigimos a una arista a veces expuesta que nos obligaba a tener que reptar para evitar volarnos con el viento, que la mayor parte del tiempo soplaba con bastante intensidad y velocidad.
Al ver que el mal tiempo regresaba de nuevo pusimos rumbo al refugio a ponernos a salvo de la tormenta. Sin embargo, la cordada que intento subir a la Chardonnet acabaron corriendo y mojados.
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