miércoles, 28 de abril de 2010

1ª Parte: Concentrados en levante, ¿¿Dónde está el mal tiempo??


Primer día del año y nos encontramos en la primera tesitura… ¿subir a pirineos con este tiempo? Toda España está sometida a un temporal pero nos negamos a privarnos de empezar el año con el mejor pie posible, escalando. Tras varias llamadas entre los “supervivientes” para esta misión, Chema, Juanjo y yo, decidimos cambiar el destino y viajar rumbo a Alicante, tierra de sol y buenas temperaturas.


Tras pasar la noche, el día 2 emprendemos nuestro viaje. Son unas cuantas de horas de viaje que se pasan amenas gracias a conversaciones variadas entre los escasos miembros de esta expedición, y una canción como banda sonora. Maldita Nerea, “por eso…” nunca se nos olvidará. Llegamos anochecido con un plan: 7 días, 7 paredes, y decidimos dormir cerca de nuestro primer destino, El divino, en Sella.


Temprano empieza nuestra andada en la roca. Son las 8 y 30, el sol se alza y la temperatura es cálida. Nos encaminamos hacia el Diedro Edwards, una vía de autoprotección con un grado de 6b y una longitud de 200m, la cual necesita una aproximación de una hora más o menos que realizamos con mucha ilusión, pues es nuestra primera vía del año y queremos hacerla lo antes posible. Al llegar a pie de vía, la ropa empieza a sobrar, ya que la temperatura en el cuerpo aumenta tras la trepada y decidimos empezar con poca ropa, disfrutando del sol que está atacando en nuestros cuerpos. Podemos escalar sin camiseta, pero no por mucho tiempo porque a mitad de vía, empiezan a aparecer las nubes y tenemos que apresurarnos. Aunque sin riesgo de lluvia, decidimos terminar lo antes posible, para que no nos sorprenda la noche en un terreno desconocido, concluyendo el primer día con ganas de seguir al día siguiente y buscar el segundo destino: El Peñón de Ifach.


Llegamos por la noche del día 3 a Calpe, ciudad que alberga uno de los muros más bonitos que jamás había visto, pero anochecido no se puede apreciar. A pie de vía, en el puerto deportivo decidimos montar nuestro campo base, una furgoneta preparada para una cómoda estancia. Amanece y nada más salir, un muro de 332m en frente de nosotros, mirándonos desafiante, pues el segundo día prometía una escalada con paisajes espectaculares y vistas al mar. Tras un potente desayuno, nos encaminamos a realizar la segunda vía del viaje, llamada Costa Blanca, una vía de 300m y de grado 7a, con un grado obligado de 6a, que poco a poco nos iría debilitando. Largo tras largo, la vía nos ponía a prueba, hasta tal punto, que tras ascender Juanjo a la cumbre, soy abatido por la vía, siendo incapaz de alcanzar cumbre y obligando a toda la cordada a descender desde la última reunión hasta el suelo, cayendo la noche minuto a minuto, largo rapelado a largo rapelado. Un primer contacto con el peñón algo desafortunado, hace que nuestro plan varíe, e intentemos conseguir a cumbre al día siguiente. Para descansar, buscamos un hostal muy acogedor cercano a Calpe. Nuestra anfitriona, Tintín, era una chica asiática muy amable, y durante nuestra estancia en el hostal, no nos faltó de nada, risas, vino, comidas, charlas, desayunos… Lo necesario para salir a la mañana siguiente a por todas, y conquistar el peñón que nos tenía hipnotizados.


Día 4, son las 9 y quedamos bajo en el peñón con una visita de lujo: Iñaki Casillas, alpinista de renombre y compañero de Juanjo en Tecnificación Nacional, del que aprenderemos desde lecciones de artificial, hasta conocer aparatos únicos en el arte de escalar. La decisión es realizar dos cordadas y aplicar los conocimientos obtenidos y aplicarlos a la vía. Por un lado Juanjo e Iñaki deciden ascender el peñón por la Triple Indirecta, vía semiequipada de cerca de 300m de dificultad máxima de 7a, pero que consiguen ascender sin problema alguno, mientras que por otro lado, Chema y yo decidimos ascender por Polvos Mágicos, con una dificultad de 6b y del perfil del resto de vías del peñón, placas y fisuras semiequipadas. La mañana no prometía un tiempo excelente, y a falta de tres largos, la lluvia no aguanta más y empieza a mojar nuestras presas, nuestros gatos, nuestro material, y ahí aparece la pregunta…¿Qué hacemos?¿Volvemos a rapelar todo el peñón?¿Seguimos con la pared mojada?¿Será peligroso? Todas estas preguntas pasan por nuestras mentes en unas décimas de segundo, pero la decisión no puede esperar, pues el agua cae con mayor intensidad. “Tiramos para arriba Chema” es la respuesta que doy ante esta situación y que Chema acepta y está totalmente de acuerdo “Venga Gordo, vamos para arriba”. Así fue nuestra primera ascensión, pasada por agua y viento, pero orgullosos de ascender nuestra primera vía solos. Tras el logro conseguido, el descenso por el paseo detrás del peñón se hace peligroso, pues las rocas están mojadas y resbaladizas, pero no nos importa, vamos muy contentos, y al unirnos con nuestros compañeros, la recompensa es perfecta, una comida de sobresaliente en una hamburguesería de la zona. Un día duro y difícil que concluimos con una ducha y un paseo por Calpe, que nos relaja y prepara para la siguiente andada…

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